miércoles, 26 de agosto de 2020
jueves, 20 de agosto de 2020
Totalitarismo ideológico
España vive hoy día un momento histórico, donde los términos libertad y democracia parecen no estar del todo bien asentados en nuestra sociedad. Esto es relativamente fácil de entender si echamos un vistazo a la historia, y caemos en la cuenta de que venimos de una Dictadura de 40 años. Cuarenta años donde los términos de "Libertad y Democracia" no han sido precisamente los que caracterizaban a la dictadura franquista.
Es por ello, por lo que se suele decir que nuestra democracia es relativamente joven, inmadura, y, si se me permite la observación, débil respecto a otras democracias de nuestro entorno. Quizás sea esta sustancial diferencia por la que nuestra sociedad malinterpreta los términos mencionados anteriormente, confundiéndolos y distorsionando su verdadero significado; llegando, incluso, a entender y/o interpretar todo lo contrario.
A colación de esto podríamos encajar los últimos episodios de acoso sufridos por la familia del vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra Irene Montero. De ataques generales al partido político, por diferencias ideológicas (tanto las lógicas que devienen del juego parlamentario, como así las derivadas del acoso mediático), hemos pasado al ataque personal y familiar. La cosa ya pasa de castaño a oscuro. Acusaciones vertidas como terrorista y asesino para miembros de la familia, así como manifestaciones en el propio barrio residencial de Pablo Iglesias, suenan a xenofobia ideológica.
Numerosos políticos han sido los que han salido a defender tal situación de acoso con el hashtag #tucasaeslamía o #TodosSomosIreneYPablo, entre los que destaca José Luis Ábalos, que ha comentado: "Rebajar la gravedad de lo ocurrido equivale a normalizar la intimidación y el fascismo. Ninguna democracia ampara el hostigamiento por motivos ideológicos".
Con este artículo no se apoya a ningún partido ni color -esto no es fútbol-, sino simplemente a algo tan importante como es la libertad, la democracia, y el derecho de las personas con responsabilidades políticas a tener una vida privada, lejos del acoso mediático por motivos ideológicos.
Normalizando estos actos estaríamos normalizando lo que ya una vez fue historia de nuestro país, estaríamos normalizando el totalitarismo ideológico.